domingo, 21 de agosto de 2011

El cine: ¿cómo se articula la oralidad?


MANIPULACIÓN Y HERMANDAD

La cultura verbomotor es aquella que conoce la escritura, pero potencia la oralidad para fines comunes, en pocas palabras: en la interacción humana. Esta es una de las características presentadas por Walter Ong en su libro Oralidad y escritura, para determinar la psicodinámica de la oralidad. Para este caso, si se trata de relacionar dos objetos artísticos como Cinema Paradiso y Cocholat, filmes que representan características de cualquier sociedad, se puede decir que presentan a culturas verbomotoras: hay conocimiento de la escritura, son culturas secundarias, pero favorecen el discurso oral.

En estos párrafos, condenados a la brevedad, aunque si hubiese extensión no habría mucho que decir, se intentará exponer un punto en común entre las dos películas, una característica de la psicodinámica oral: La colectividad, a causa de la predominancia del discurso oral.

Hay dos puntos de convergencia en las poblaciones donde se desarrolla la realidad de las películas: El cinema paradiso y la iglesia. ¿Qué pasa con estos lugares? Son de predominancia oral, aunque el cine, a veces mudo, da pie al signo visual. Ahora, si son puntos de convergencia, de reunión, estos potencian el conocimiento de una otredad en el otro, en el vecino, en el coetáneo y no la introspección. Por ejemplo, en Chocolat podría afirmarse, partiendo de términos de Walter Ong, que esevidente la reunión en la iglesia, la tertulia, la cosmología y creencia arraigada. Dios le habla a los seres humanos, no les escribe. Así, son una comunidad y no una individualización[1]; si hay texto, hay manipulación por parte del alcalde, hay una relación entre el sacerdote, el sermón y el pueblo; hay una memoria colectiva que hereda y arrastra las mismas creencias, hay una liturgia, un texto sagrado y una comunidad. Por esta razón, esa población que exterioriza en el otro, en esa otredad que es el vecino, juzga a través de la colectividad y no de la interiorización, de la reflexión.

La otra cámara enfoca a Totó y al grande Alfredo. ¿Qué pasa en su mundo? ¿Alguna diferencia? Tal vez, aunque no tanta, ya no se habla del cura de cuerpo presente, en el púlpito, dando un sermón manipulado, sino del sacerdote oculto, con la campanita, vetando cada escena patémica, cada expresión de amor y representación, de felicidad… En fin, otra vez la manipulación y ¿qué más?, pues la colectividad, la reunión en el teatro. Este es la comunicación que prima en las dos películas. Los puntos de convergencia, que son la autoridad: el alcalde, él grande, soberano y manipulador; el sacerdote, inmaculado y manipulador…  He aquí a los narradores que cuentan lo que pide o va a tolerar el público[2]. He aquí la manipulación y la hermandad.




Kerkabón



[1] ONG, Walter. Oralidad y escritura. Tecnología de la palabra. México D.F.: Fondo de cultura económica, 2004, p. 78.
[2] ONG. Óp., Cit., p. 71. 

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